Hay amores importantes en nuestras vidas. Tanto, que son los únicos que son capaces de darnos las fuerzas y el valor de levantarnos cuando sentimos que casi estamos tocando el fondo.
Son los amores más puros, genuinos e incondicionales que podamos conocer. Sentimientos que llevamos dentro de nuestros corazones y que, aunque nos creamos perdidos, si pensamos en ellos, son capaces de levantarnos de las cenizas.
Estos son: el amor sincero de una noble pareja que realmente nos ame y que valore el amor que sentimos por ella o él. El amor incondicional e infinito de una madre que nos puede acurrucar aunque ya no seamos niños. Y el amor por los hijos, quienes se convierten en nuestras brújulas mostrándonos el norte.
Si necesitamos fuerza de voluntad para levantarnos, basta sólo con pensar en ellos: Tu pareja, tu viejita, y tus hijos.
Pero también hay un amor que es capaz de desatarte de cualquier nudo que te ate al dolor. Un amor que te libera y seca tus lágrimas. Que rompe cadenas. Que te eleva. Que te hace fuerte.
Ese es el Amor de Dios.
Grande. Poderoso. Indestructuble. Infinito.... Y tuyo. Muy tuyo.
Y lo más sorprendente es que es muy fácil de alcanzar. Sólo tienes que levantar tu mano, y allí lo podrás tener al alcance de tus dedos.
Es bonito, porque se puede sentir cómo esa Divina Energía penetra a nuestro cuerpo refrescando nuestra alma. Es bonito. Es como si el brazo, al levantarlo, se convirtiera en una antenita que recoge las señales y ondas de Amor que El envía a toda su creación.
Entonces fíjate que lindo: tu cuerpo recoge a través de esa antena la escencia Dios que está viviendo en cada lugar del enorme Universo, pasa a través de tus manos, tus brazos, y llega a tu corazón, donde se encuentra viviendo esa otra parte de Dios, que eres tú...
... entonces cuando esa conexión ocurre, justo allí cuando se escucha el "click", justo en ese momento; no puedes decirme que la Magia no existe...
LOS QUIERO MUCHOTE
;)
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